La fe es la capacidad íntima de los seres humanos de buscar el sentido de la existencia, así como la capacidad de ver más allá de las circunstancias presentes que permiten a la persona orientar su vida y sobreponerse a las dificultades.

Sin duda, nuestras creencias personales, sean las que sean, siempre son fundamentales, especialmente cuando se atraviesa un proceso de duelo por el fallecimiento de un ser amado. La espiritualidad y la fe pueden aportar a la vida personal las actitudes de aceptación y confianza.

La fe es algo que sentimos los seres humanos desde el corazón, el alma, de lo más profundo del ser y se convierte en una necesidad. Como dice la Madre Teresa de Calcuta, “Él no nos preguntará cuántas cosas hicimos, si no cuánto amor pusimos en ellas. He descubierto a un Dios Padre que me cuida, a un Dios Hijo que me entiende y me enseña a vivir, y un Dios Espíritu que me inspira y da la fuerza”.

 

CONSIDERACIONES SOBRE EL DUELO Y FE

  • El duelo lo podemos gestionar como una oportunidad para revisar, así como renovar las creencias religiosas y filosóficas que ya dábamos por supuestas, buscando una espiritualidad más profunda y templada.

  • Muchas personas encuentran que llevar los problemas, el dolor o el sufrimiento a Dios es una manera tranquilizadora de aligerar la carga que hace que el corazón les pese. Por ello, es útil regresar a la iglesia, al templo, sinagoga, a la charla con el Sacerdote, Pastor o un Guía espiritual.

  • Es el momento de aprender a no pedir que las cosas se resuelvan de la manera que quisiéramos que resultaran, sino pedir en su lugar que Dios nos ayude a aceptar los cambios y nos ayude a ver las opciones.