“Es el dolor de no tener a mi nieta a mi lado,
El dolor de verlo a mi hijo destrozado,
Siento el dolor del silencio de mi casa,
Ya no están sus canciones, sus bailes,
Sus historias después de la escuela,
Sus abrazos, besos, sus dibujos, sus te amo abuelita,
Hay mucho dolor, soledad e impotencia”
Testimonio
(Abuela que perdió a su nieta de 6 años)

A lo largo de la vida, es notorio como los padres, acompañan a sus hijos en los momentos complicados o desafiantes de la vida, muchas veces asumiendo algunas responsabilidades económicas, emocionales, de cuidado o de resolución de problemas. Los padres, buscan todas las formas de encontrar solución o hasta cierto punto, aliviar el dolor de sus hijos.

Pero, ¿Qué pasa cuando el hijo de mi hijo fallece? ¿Qué pasa cuando mi nieto/a fallece? El presente y futuro, toma un giro inesperado. De pronto, muchos abuelos y abuelas, renuncian a su dolor para concentrarse en la aflicción de su hijo.

¿Cuáles son los cambios?

  • Es posible que note cambios en la conducta de su hijo, al punto de sentirse usted excluido/a, no tomado/a en cuenta.
  • Puede usted como abuelito/a sentirse enojado, culpable, triste, frustrado con gran impotencia de no saber cómo aliviar el dolor de su hijo.
  • La soledad, tristeza, cambios repentinos de humor, aislamiento, pérdida del apetito, pérdida del disfrute de la vida, desesperanza, falta de energía, dolor en todo el cuerpo, son expresiones producto de una pérdida significativa, que puede vivirla usted como abuelo/a o su hijo/a.

¿Qué podemos hacer?

  1. Durante la primera fase de impacto y perturbación: La persona puede atravesar un estado de negación, ira, tristeza, pánico, síntomas ansiosos.

Equivocación de acompañamiento: Tratar de que la persona racionalice la situación, de que acepte, de que continúe con la vida, de decirle que hacer o cómo vivir su dolor, las frases vacías “por algo pasan las cosas” “debes ser fuerte por tus otros hijos” “mantente ocupado” “distráete”.

Acertado acompañamiento:  Durante este periodo, su presencia física es importante, tomarle la mano, darle un abrazo, escucharle, dejarle que llore o se desahogue con palabras. Estar presente para su hijo sin juzgar, y sin querer racionalizar el momento, netamente estar ya es una demostración de amor.

No se olvide de usted: Usted también necesita un acompañamiento, y debe permitirse darle atención a ello, por lo mismo es que sugiero que pueda buscar apoyo psicológico, espiritual, familiar o de amistades, se permita ser cuidado/a o acompañad/a. “Mientras usted trata de estar presente para su hijo, otros también están presentes para usted.

  1. Durante la segunda y tercera fase del duelo, tenemos el “Anhelo y búsqueda – Desorientación y desorganización”: Los hijos o abuelos buscan algún motivo para la pérdida, es decir, recapitular una y otra vez cómo sucedieron las cosas, lo que se pudo haber hecho, lo que no, es decir repensar sobre posibilidades para evitar la muerte. La culpa está muy presente.

Equivocación de acompañamiento: aislarse, evitar hablar del tema, tomar venganza, sentir culpabilidad por vivir mientras su nieta o hijo ha fallecido, discutir con los familiares, si bien es cierto, son expresiones naturales del duelo, pero retrasan su progreso y afrontamiento a la pérdida.

Acertado acompañamiento: Cuidar de usted mismo y de su familiar (alimentación, acudir al médico, hacer las compras para la casa, pagar los servicios básicos, ayudar en actividades de la vida diaria), hablar del ser querido observando fotos, y respetando la forma de expresar el dolor de quien está a su lado, caminar juntos, sentarse y llorar sin la necesidad de hablar, criticar ni juzgar. Rendir homenaje a la memoria de su ser querido a través de rituales.

No se olvide de usted: Le sugiero acudir a un grupo de apoyo como el de la Unidad de Atención al duelo de Funeraria Jaramillo, con ello poco a poco a través del acompañamiento nuevamente logará encontrare sentido a su vida, reubicando la memoria de su ser querido.

  1. Resolución y reorganización, en esta fase final, usted y su hijo sentirá una especie de recuperación, se darán cuenta que jamás olvidarán a su ser amado, el dolor ya no constituye el único y mayor impulso en su vida, pueden continuar con su recuerdo, su legado.

En esta fase, va a analizar sobre su nueva rutina, realizará actividades que le permitan estar en contacto con el mundo, entendiendo que no debe acumularse de trabajo, compromisos y responsabilidades, pues el dolor no se tapa, se acompaña. Se permitirá sentir, pero también se permitirá continuar con su vida.

 

Querido abuelito o abuelita, si esta leyendo este blog, quiero recordarte que, así como acompañas el dolor que vive tu hijo/a debes permitirse estar acompañado, tu dolor también es importante.

¡Estamos aquí con usted!