“Entre flores, colores y sabores recordaremos a los que ya no están, pero entre bailes, risas y canciones sabremos que nunca se irán”
Anónimo

Todos los 02 de noviembre en Ecuador se recuerda el día de los difuntos, una tradición multicultural llena de diversas actividades con valores sentimentales y simbólicos que hacen conmemoración a aquellos seres queridos que han fallecido, sus recuerdos y las costumbres que han dejado (Arizaga & Menoscal, 2018).

A penas era una niña, cuando desde mi ventana, lograba ver a mis vecinos, salir de casa con bellas flores de colores, era dos de noviembre. Es entonces que fui de inmediato donde mi madre a quién pregunté: ¿Por qué todas las familias tienen flores, como si fuesen a un lugar? Me gustaría ir a ese lugar.

De pronto, mi madre conmovida, responde: Mi pequeña hija, esas familias se dirigen al Campo Santo. Es dos de noviembre, día de los difuntos, van a un lugar donde se encuentran sus seres queridos al fallecer. Nosotros, no hemos tenido una pérdida desde hace muchos años, pero si hacemos oración por aquellos que físicamente ya no están.

Lo que les acabo de contar, es una pequeña capsula de mi infancia, han pasado ya diez años desde entonces, ahora tengo 22 años, y quisiera seguir preguntándome, a dónde van esas familias, es más fácil imaginarse que puede ser un jardín al cual todos asisten cada semana o cada dos de noviembre.

Desde hace un año, he visitado el Campo Santo, como un nuevo lugar en el que descansa mi padre. Al principio fue muy duro, me resultaba doloroso, no podía contener las lágrimas al ver su foto en el retrato, todo sucedió tan rápido, que hasta tenía miedo de faltar el respeto a su almita, por preguntarme ¿Por qué?, otras veces, me llenaba de enojo, y me ausentaba del Cementerio.

Me tomó mucho tiempo asimilar y aceptar su ausencia física, debo decir que el primer año, fue un gran reto para mí, sin embargo, este día, al ser su segundo año de haber trascendido en alma y espíritu, me veo más tranquila; aún lo pienso, aún de vez en cuando lo lloro, lo extraño, pero descubrí que la mejor forma de conmemorar su vida, es continuando con la mía, siguiendo su legado de amor, aprendiendo de sus errores y agradeciéndole por el tiempo compartido.

Hoy, es el segundo año, en el que saldré de mi hogar, con flores rojas en las manos, sin embargo, esta vez, me acompañaré de una vela, de una oración, y de una carta de amor hacia él. Me comentaron que en Campo Santo habrá una Eucaristía, oraré por mi padre, por mi familia, por mí. También me hablaron de que se dará una serenata en memoria de nuestros seres queridos. Me encantaría que la artista tenga en su repertorio la canción “Tu fotografía”, es de Gian Marco, cuando la escucho, conecto con mi papá, de una manera que no sabría explicar, sé que está ahí conmigo, no solo en mi mente, sino en mi corazón, está cada vez que lo recuerdo, siempre me digo que la muerte es el olvido, y él está presente mi vida.

Antes de dirigirme, al Campo Santo, quisiera dejarles una frase que me ayudó mucho, en mi proceso de duelo, en algún momento tomé la decisión de asistir a una psicóloga para dejarme acompañar en mi dolor, y esta frase, hizo en mi corazón.

“El duelo es el precio que se paga por amar, porque solo hacemos duelo cuando amamos a alguien”, comprendí que vivir con la ausencia de un ser querido puede cambiar la visión temporal de la vida, porque eso sucedió con todos nosotros, creíamos que se nos acababa el mundo, aquello que tenía color se oscureció en un parpadeo. Aun así, nos permitimos sentir esa tristeza que nació ante el vacío de su ausencia, respetamos lo que sentíamos durante todo el tiempo en el que el dolor se hacía más fuerte. Recordándonos todos los días tener paciencia con cada uno de nosotros durante este proceso. Se que no afrontamos el duelo de la misma forma, porque lo viví en carne propia, porque somos seres humanos únicos e irrepetibles, pero siempre recordando que ese dolor no es eterno, pero si necesario (Álvarez, 2019).