Y pensar que después que yo muera, aún surgirán mañanas luminosas,
que bajo un cielo la primavera indiferente a mi mansión postrera
encarnará en la seda de las rosas.
Agustín de Foxá

El duelo es un indicador de amor, es una oportunidad para reconstruir lazos que estaban rotos o debilitados, para aprender de nuevas relaciones, para dejarse cuidar y querer, para cultivar el sano recuerdo y darle el valor que tiene a la memoria, para reconocer el poder humanizador de las lágrimas.

Una de las tareas en el proceso de duelo sano, es transformar el lugar que el fallecido ocupaba en la casa, entre ellas están las fotografías de los seres queridos fallecidos. Esta tarea a veces resulta dolorosa.

Tareas que debemos hacer con las fotografías de una persona fallecida:

  • El recuerdo puede constituir un gran tesoro, por ello es sano recordar al ser querido con una fotografía actual, que permita honrar su memoria y recordarlo de manera real.
  • Colocar la fotografía del ser querido en un espacio abierto en la casa, permite que el doliente elabore el dolor emocional. No es necesario ubicar la fotografía en la habitación o en el comedor porque son lugares que propician descanso y armonía.
  • El ocultar todas las fotografías permite al doliente negar lo ocurrido, evitar el dolor, vivir en soledad, lo cual puede llevar a un colapso emocional.
  • Por doloroso que resulte es necesario guardar por un tiempo fotografías, videos, capturas, audios del celular. Modificar tonos de llamadas, mensajes y alarmas, porque contienen un contenido simbólico que pueden negar lo ocurrido, idealizar a la persona fallecida o producir sentimientos de culpa. Lo normal es guardar una fotografía actual en el celular.
  • Después de un año es necesario revisar las fotografías para recordar sanamente los viejos momentos con sabor agradable en el alma.