Aprender a vivir sin el ser querido o adaptarse a un medio en el cual el fallecido está ausente significa darse cuenta de las diferencias que hay entre vivir con la persona y no vivir con quien ha fallecido.

La elaboración del duelo por un ser querido, especialmente por un PADRE supone una aceptación de la experiencia total del dolor y sufrimiento mental que el duelo implica, así como del sufrimiento adicional que emerge durante las tareas del duelo.

El duelo, después de la muerte de un padre es todo un proceso y para cada persona es diferente, por ello Worden (1997) – propone que se debe cumplir con las siguientes tareas:

  • Aceptar la realidad de la pérdida.

Cuando alguien muere siempre hay sensación de que no es verdad, por eso la primera tarea consistiría en afrontar plenamente esa realidad, aceptando que el reencuentro es imposible. La negación se puede practicar a varios niveles y elegir varias formas, pero, la mayoría de las veces, implica negar la realidad. Llegar a aceptar la realidad de que un ser querido falleció lleva tiempo porque comporta no solo una aceptación intelectual sino también emocional.

  • Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida.

No todas las personas experimentan el dolor con la misma intensidad, ni lo siente de la misma manera, pero es imposible no experimentar cierto nivel de dolor cuando se pierde a alguien con el que se ha estado vinculado. Si esta tarea no se completa adecuadamente, puede que sea necesaria ayuda profesional, porque pueda ser más difícil trabajar el dolor que se ha estado evitando. Esta tarea es más difícil de trabajar que la anterior.

  • Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente.

Adaptarse a un nuevo medio significa cosas diferentes para personas diferentes, depende de la relación con el fallecido. Muchos dolientes se resienten por tener que desarrollar nuevas habilidades y asumir roles que antes desempeñaban sus seres queridos. La estrategia de afrontamiento de es redefinir la pérdida de manera que pueda el doliente organizar nuevamente su vida hasta normalizarla.

  • Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo.

Cuando la persona es capaz de pensar en el fallecido sin dolor, aunque sienta algo de tristeza porque es irremediable, y ha cumplido por completo con las tres tareas anteriores.

 

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