Desde la antropología se puede observar y analizar los diversos componentes sociales, culturales, simbólicos y rituales que interactúan alrededor de la muerte.

Expresar nuestro último adiós a alguien querido es un trance doloroso y complicado. Pero además de sobreponerse al dolor, cuando hemos optado por la cremación vienen las interrogantes de ¿Qué hacer con las cenizas? y es que es muy importante tomar la decisión correcta para la elaboración de un duelo sano.

Dar y recibir las cenizas de un ser querido especialmente en la familia, es un acto simbólico, que por excelencia quita a la muerte toda la negatividad y que para tener sentido, ha de compartirse con las personas, pero en un tiempo limitado donde se pueda aceptar la ausencia definitiva.

En el caso de las familias que deciden mantener los restos de sus seres queridos en casa por un largo tiempo o para siempre es muy probable que presenten dificultades de aceptación del duelo o rechazo de la ausencia, lo cual puede derivar en complejas situaciones emocionales.

 

Por ello es importante, en el seno de la familia dialogar y consensuar la forma de despedida de acuerdo a su sistema de creencias como por ejemplo depositar las cenizas en un cementerio o camposanto, que permita la expresión del dolor y solidaridad entre las personas dolientes. Uno de los hechos más comunes que ayudan a afrontar el duelo es llevar flores al cementerio o visitar el nicho, porque permite tomar conciencia de que esa persona no está.

 

 

 

 
“Lo único que vive eternamente es el amor”.
Elisabeth Kübler-Ross