La pérdida de un hermano también es causa de un profundo impacto emocional.

La muerte de un hermano es una de las vivencias más difíciles de comprender porque la familia afrontará una complicada situación de inmenso dolor. El tiempo de duelo será difícil por todo el desorden emocional que produce, por las olas de tristeza, y esto lo sentirán sobre todo durante el primer año, por primera vez sin el hermano en casa.

Los hermanos supervivientes acostumbran a ser los grandes “olvidados”, porque la familia y los amigos se suelen centrar en el sufrimiento de los padres. Si se da el caso de que quede un único hermano, la situación se puede agudizar todavía más, porque a este se le añade el sentimiento de culpabilidad de ser el único hijo superviviente.

En aquellos casos en que los padres están inmersos en su pena, los demás hijos (hermanos del difunto) pueden vivir una doble pérdida, la del hermano y la de los padres. En esta situación no es fácil seguir sintiéndose parte de la familia y es muy difícil que la pareja se mantenga junta y unida después de los primeros meses.

 

¿Qué se debe hacer?

  • Tolerar y gestionar las diferencias individuales. A pesar de existir manifestaciones comunes, la aflicción de cada persona es única, aún dentro de un mismo grupo familiar y cultural; por ello, es preciso indicar que no existen formas correctas o incorrectas de afligirse. Esto evita sentimientos de culpa, si no se ajustan a lo “normativo”.

 

 

Conclusión

  • En cuanto a la superación del proceso, se daría por finalizado cuando el deudo pueda recordar el pasado y a su ser querido, sin sentir malestar, con afecto sereno, “superando”, así su pérdida.

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