Celebrar fechas especiales puede ser difícil de afrontar, pero también pueden ser momentos para recordar, honrar la memoria y celebrar la vida del ser querido.

Afrontar el duelo es un proceso normal, porque la muerte o las perdidas significativas forman parte de la vida y la vida no es una enfermedad. Estar transitoriamente triste no significa estar deprimido. Los recursos psicológicos de la persona, el paso del tiempo, el apoyo familiar, así como el social y sobre todo la reanudación de la vida cotidiana suelen ser suficientes para asimilar la pérdida y readaptarse a las nuevas circunstancias.

Pero para readaptarse nuevamente a la realidad poco a poco el doliente irá reactivando el recuerdo pero con una intensidad moderada en el que sea capaz de pensar en el fallecido sin sentirse abrumado. Para superar el sentido de la vida, para sentir esperanza, es necesario continuar disfrutando de las pequeñas cosas de la vida, como celebrar un cumpleaños de quienes están vivos y quienes ya no están, el día del padre, día de la madre, día del abuelo, difuntos, navidad, año nuevo; dichas actividades deben ser positivas e inspiradoras que ayuden a mantener la unión familiar.

Importante: Los escenarios de la alegría son necesarios, básicamente, las relaciones interpersonales, el trabajo o las ocupaciones y las actividades de ocio, así como el sentido del humor, ayudan a elaborar un duelo normal.

Realizar alguna celebración por una fecha especial, son eventos que se repetirán sistemáticamente cada año y que al principio pueden resultar un poco más complicados, porque uno no sabe cómo reaccionar ni qué hacer exactamente, ya que nunca ha experimentado una situación similar.

Podemos permitir que los familiares sean quienes decidan si quieren participar en la actividad y si se van a sentir cómodos con la misma. No es conveniente imponer a los demás, es importante transmitir que lo que se hará es un homenaje, un recuerdo, y que así puede honrar la memoria de esa persona especial de forma sana.

 

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