La pérdida material, física, o el fallecimiento de un ser querido nos enfrenta a la fragilidad de la vida humana.

Hoy en día vivimos en una sociedad donde podemos encontrar en cualquier contexto malas noticias, en las redes sociales y medios de comunicación, lo cual puede generar desensibilización hacia desgracias ajenas. Pero esto cambia cualitativamente cuando hablamos de una noticia delicada propia o de algún familiar con quien se tiene una relación cercana, lo cual puede afectar de forma única y personal.

En muchas ocasiones se desconoce la forma adecuada de comunicar una noticia delicada como alguna pérdida material, física, emocional, accidente, enfermedad crónica o fallecimiento de un ser querido, lo cual conlleva probablemente alteraciones a nivel emocional y conductual en el receptor, aunque dependerá del contexto de la vida de cada persona.

Puede existir en el emisor temor a ocasionar dolor al dar una noticia delicada, temor legal, temor al fracaso, temor a expresar las propias emociones, temor a lo desconocido como la muerte. Estos temores no deben limitarnos al momento de dar malas noticias, dado que evadir la comunicación de estas y brindar un falso sentido de esperanza podría llegar a ser más nocivo para la persona que recibe la noticia (receptor).

 

 

 

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